miércoles, 1 de octubre de 2008

Todo lo bueno se acaba (I)

Pues ya estamos en Madrid, y currando de nuevo...


Todo lo bueno se acaba, y este viaje tuvo su final en Barajas, el domingo a las 9:30 hora local de Madrid, después de haber salido de San Francisco el viernes a las 11 de la noche (más o menos) haber llegado a las 8 de la mañana del sábado a Miami (3 horas +), haber estado hasta las 6 vagando por la ciudad y volar de regreso a Madrid (6h +).
Dos noches en dos aviones.
Un palizón y cargados de maletas (2 por cabeza). Cuando a los del hotel les dijimos que si nos podían guardar las maletas casi les da un síncope...



Pero bueno, ha sido un viaje alucinante, 3.200 millas (unos 5.500 km) el cual personalmente me ha hecho descubrir parte de los EE.UU. que desconocía, desechar ciertos mitos y comprender muchas cosas que antes desconocía de su "estandar" de vida... del que por cierto nada tiene que envidiar Europa.
Una cosa es lo que nos presentan en las series y películas y otra muy pero que muy distinta es la realidad. Tanto lo bueno como lo malo...

Una cosa sorprendente en San Francisco (y en casi todas las ciudades que hemos visitado) la luz aún va por la calle, ( a 110 v) sin soterrar, sostenida por postes de madera vieja y en donde los vecinos se enganchan directamente de los cables, como los chabolistas de la Celsa...
Entre los tranvías, los trolebuses y los cables de la luz y el teléfono, no se ven más que cables...

El último día nos dío tiempo para visitar el barrio de los "altos de Bernal" y allí fuimos, para que nuestro compañero Javier, se hiciese fotos con los nombres en honor a su antepasado ...

La verdad es que tiene unas vistas alucinantes de la ciudad.

A ver si pongo otra entrada sobre Miami, otro gran mito a descartar...

martes, 23 de septiembre de 2008

Llegamos a San Francisco

El domingo, tras desayunar, tranquilamente hicimos maletas y nos encaminamos ya hacia el punto final del viaje: la ciudad de San Francisco. La ruta no tuvo mucho misterio, sólo hicimos una parada ya cerca de la ciudad para comer y descansar un rato. Era un sitio llamado Casa de la Fruta en el que había un mercado de productos frescos, una tienda de productos delicatessen donde nos compramos los sandwiches a medida para comer, una tienda de dulces y café, un motel, un cámping de caravanas, una exposición de maquinaria agrícola antigua y hasta un tren miniatura que te recorría todo el recinto.

A media tarde hicimos nuestra llegada al hotel, donde tomamos posesión de las habitaciones y, tras descansar un rato, bajamos a cenar y luego dar una vuelta por los alrededores.

Hoy lunes ha sido nuestro primer día completo en esta ciudad, y bien completo que ha sido. Hemos montado en una línea de tranvía que utiliza modelos antiguos procedentes de otras ciudades de los años 30-50 (es impresionante el estado de conservación). Concretamente hemos usado uno de Los Ángeles y otro de Milán.

Hemos visitado el distrito Financiero y, de ahí a Chinatown, que es la colonia china más grande del mundo fuera de la propia China.


Otra vez en el tranvía, nos hemos ido a la zona turística de los embarcaderos (Fisherman's Wharf). Allí, en unos cuantos muelles hay montado un centro comercial y de restaurantes. Hemos comido viendo la bahía de San Francisco y los leones marinos que se tumban al sol en uno de los muelles (el pier 39).


Por la tarde hemos hecho un pequeño crucero por la bahía a bordo de un ferry que nos ha llevado hasta pasar por debajo del famoso puente colgante Golden Gate y rodeado la isla de Alcatraz.


Hemos acabado el día volviendo al hotel montando en uno de los típicos cable car (tranvías arrastrados por un cable que va por debajo del pavimento) que consigue subir y bajar unas pendientes brutales, que aquí en San Francisco son de lo más habitual.


Por fin, el metro nos trajo hasta nuestro hotel. Como aquí mismo hay un gran supermercado con comidas preparadas, hemos comprado la cena y nos la hemos calentado en la cocina de que dispone el hotel y hemos cenado tan ricamente en zapatillas.

Los árboles gigantes

El sábado subimos al Parque Nacional Sequoia, que estaba como a una hora en coche desde nuestro motel en Visalia. Al llegar nos advirtieron que había un fuego activo dentro del parque y resultó estar en una zona donde está uno de los sitios que pensábamos visitar, la Cueva de Cristal, así que eso no lo pudimos ver.

Fuimos al Museo que está más o menos en mitad del parque, justo donde empieza el bosque de secuoyas. Son árboles gigantescos, no son los más altos del mundo, porque hay unas "primas" suyas que lo son más, pero en volúmen son los más grandes. Allí hicimos un paseo por un sendero marcado que pasa cerca de varios de estos monstruos y nos llevamos una gran impresión (y yo, un catarro estupendo porque debía haber como 15º a la sombra, e íbamos de manga y pantalón corto).
De ahí nos fuimos a la zona donde está el más grande de estos grandes árboles: el General Sherman. Su masa es la equivalente a 10 ballenas azules o su altura la de 22 elefantes. Un pedazo de árbol, vamos. Hay un caminto que lo rodea y lo vimos desde todos los ángulos. Intentamos que alguien nos hiciera una foto con él y la primera a la que le dimos la cámara nos hizo una guarrería de foto. Luego se la dimos a otro, y tres cuartos de lo mismo. Así que ya desistimos de intentar un tercero.

De ahí, a comer y, tras la comida amenizada con unas cuantas avispas, fuimos a subir a una montaña de granito llamada Moro Dome (la que veis detrás de nosotros en la foto). La subida la verdad es que era cómoda, con escaleras talladas en la roca. Pero daba un vértigo impresionante. Las vistas arriba valían la pena, aunque mejor no arrimarse mucho al abismo. En España el acceso no estaría permitido en esas condiciones, pero allí subían hasta niños solos, e incluso una madre con un bebé de año y medio y lo dejó suelto en algún momento.

Al salir del parque paramos en una tienda/casita de chocolate a tomar un helado para descansar un rato antes de llegar al hotel y salir a cenar.

sábado, 20 de septiembre de 2008

¡Qué frío está el Pacífico, coññññe!

El viaje entre Las Vegas y San Simeón, en la costa pacífica, fue largo y pelín tedioso. Lo amenizamos con una parada en un outlet de Barstow (¡gracias, Edu!) donde José Mª (o sea, yo) se hizo la compra de ropa de temporada y, de paso, una bolsa de viaje nueva porque vamos hasta los dientes cargados. Por la tarde, conducción por las carreteras más rectas que hemos visto nunca a 55 millas por hora (90 km/h) y rodeados de cultivos de naranjos, nogales, y pistachos. El final del camino, como la última hora antes de llegar a San Simeón era una sucesión de viñedos y bodegas, que nos esperábamos que nos saliera en cualquier momento Ángela Channing de Falcon Crest.


Amanecimos junto al Pacífico (unos antes que otros). Inocente se adelantó hasta al sol y se fue a la playa a hacer fotos del amanecer en el mar. Aquí tenéis una muestra:


Después ya, desayunados, fuimos los cuatro a la playa y comprobamos que el agua de la playa estaba como el hielo. Reivindicamos la posesión de la Mar Océana en nombre del Rey Juan Carlos como hizo Núñez de Balboa en nombre del entonces rey de España, y estuvimos viendo las extrañas algas que parecían extraterrestres, a diversas aves acuáticas, y a unos pocos surferos que iban embutidos en neopreno para no quedarse tiesos.
Tras ducharnos y dejar la habitación, salimos hacia nuestro siguiente destino, Visalia, haciendo un pequeño rodeo para ver la Misión de San Miguel Arcángel, una de las originales 17 misiones de los franciscanos en California que perviven desde finales del s. XVIII. Ésta la hemos pillado un poco tarde porque en 2003 un terremoto la dañó y no se puede ver la iglesia hasta que terminen de reunir los fondos para restaurarla. De todos modos, queda visitable el claustro, la entrada, y una serie de habitaciones incluyendo cocina, sala de reunión, y una celda, todo original. En la siguiente foto nos podéis ver junto a la fuente de la entrada:
Llegamos a Visalia, cerca de la entrada del Parque Nacional Sequoia, a media tarde y aprovechamos para echar una siesta. Por la noche, hemos salido a cenar al centro de esta curiosa población, en la que viven 120.000 personas esparcidas en casas de una altura. En extensión debe ser como la provincia de Badajoz, casi sin exagerar. Debido a ello, hemos tardado un huevo en llegar al supuesto centro y allí, al menos, había algo de vidilla y bastantes restaurantes. Nos hemos metido en uno que también era cervecería con producción propia y nos han sentado en una mesa que, si el agua del Pacífico era fría, el chorro de aire acondicionado que caía encima no estaba a distinta temperatura. Así que nos han cambiado a la terraza (¡¡¡y he podido fumar a la mesa!!!) y hemos disfrutado de una buena cena por el equivalente a unos 11 euros por barba.

A ver si mañana se nos da bien y podemos ver las gigantescas secuoyas que todos recordamos de los libros del cole con la carretera atravesándolas. Serán como las que ya vimos en Mariposa Grove en Yosemite, pero aquí veremos al General Sherman, que está considerado el ser vivo más grande del mundo en volumen. Y os las enseñaremos en foto, claro.



jueves, 18 de septiembre de 2008

Nos vamos de Las Vegas

ACTUALIZACIÓN CON FOTOS en San Simeón a las 00:00
Sólo un comentario muy rapidito, sin fotos ni nada, que tenemos que salir pitando para San Simeón en la costa de California (hemos modificado la ruta por problemas de hoteles). Hemos pasado día y medio en Las Vegas y nuestra impresión es que es Benidorm pero a lo bestia y sin playa.
El martes por la tarde llegamos y, tras dar una vueltecita a pie para situarnos, cogimos el coche y nos fuimos a un outlet que nos recomendó Óscar (¡gracias!). Allí pasamos la tarde comprando cosillas que hacen que me parece que me tengo que comprar otra bolsa para volver.

Durante el miércoles nos dedicamos a visitar casino-hotel tras casino-hotel y montamos en los dos monorraíles que tienen como transporte público. El sitio que más nos gustó fue el Venice, donde hay una reproducción del gran canal en el interior con una luz natural como si fuera el atardecer muy alucinante. Y unas tiendas de lujo. Nos subimos a la torre Stratosphere para ver unas vistas impresionantes del desierto donde está montada esta ciudad. En lo alto de la torre hay tres atracciones de feria que te dejan colgando a más de 200 metros de altura, pero no estábamos para emociones tan fuertes, así que no subimos.

Por la noche tuvimos la cena de mi cumpleaños (algo anticipada respecto a este horario, pero ya era 18 en España) en el Harley Davidson Café, donde motos de esa marca te van sobrevolando mientras cenas.
Hoy salimos pitando para San Simeón, en la costa del Pacífico. Son 7 horas de conducción, así que nos llevará todo el día. Cuando tengamos algo más de tiempo, añadiremos fotos de Las Vegas.

Hemos llegado a San Simeón, después de todo el día en coche. Hemos dejado las maletas en el Motel y nos hemos ido a cenar a un restaurante Mejicano muy lindoooo.

Mañana pasaremos la mañana redescubiendo el Pacífico como hizo Vasco Núñez de Balboa y por la tarde iremos a Visalia a ver el Parque Nacional Sequoia donde dormiremos.

martes, 16 de septiembre de 2008

El Gran Cañón del Colorado

El domingo salimos del hotel de Tuba City tras desayunar caliente en el restaurante del hotel. Nos dirigimos al oeste cruzando la Nación Navajo (especie de autonomía de los indios navajo en los estados de Utah, Arizona y Nuevo México). Por el camino pasamos por un punto de interés que resultó ser la Garganta del Pequeño Colorado, un río afluente del Colorado que también hace su pequeño (en comparación) cañón.




Entramos al parque nacional del Gran Cañón por la entrada este, donde lo primero que se ve es una torre observatorio de los años 30 y es el primer contacto con el Cañón. Éste es, simplemente, brutal. Enorme, silencioso, profundo, y ancho, con miles de pliegues. Empleamos la mayoría del día en recorrer la carretera que discurre por el borde sur del cañón, haciendo paradas en los puntos panorámicos, que hay a montones. Como era domingo, estaba abarrotado de gente. Nos encontramos con bastantes españoles. En la tienda de al lado de la torre de observación nos habíamos comprado unos sandwiches y unas bebidas, así que aprovechamos uno de los muchos puntos de picnic en el bosque para comer.

Nota: pese a que por las fotos que hayamos visto, tengamos la idea de que el Gran Cañón está en un desierto, la verdad es que, al menos la orilla sur, que es la más visitada, para nada es desértica: es un inmenso bosque de pinos ponderosa, enebros, y robles, regado con florecillas amarillas y moradas.


Tras la comida, seguimos dirección oeste para llegar a la zona más habitada del parque que se llama Grand Canyon Village, donde hay algunos hoteles, un camping, y algunos edificios de servicio como un supermercado entre otros. En esa zona está también la estación del tren. Hay uno turístico que va desde el sitio donde estamos alojados (Williams) hasta el Gran Cañón. En su momento intentamos encontrar billetes, pero estaban vendidísimos para los días en los que estábamos aquí.


Allí vimos más panorámicas del cañón, y algo de fauna salvaje como cuervos, ardillas, y una familia de ciervos que pastaba tranquilamente junto a las vías del tren. En algunas fotos ya veréis a Ino casi "toreando" ciervos.


Salimos del parque ya camino de Williams para llegar al hotel (60 millas, casi 100 kms.), pero hicimos una parada previa en una población llamada Tusayan que está en el borde del parque y que es básicamente una sucesión de moteles, hamburgueserías, gasolineras y, en general, servicios para el turista. Allí paramos para entrar al Centro de Visitantes del National Geographic, donde tienen un cine IMAX en el que vimos una película alucinante sobre el Gran Cañón.


(sigo yo, JC, que José María se ha ido a fumar) Al llegar a Williams, dejamos las maletas en nuestras habitaciones del Motel (otra vez en un 2º piso sin ascensor) y como es una ciudad (por llamarle de alguna manera) que forma parte de la mítica Ruta 66 (Chicago-Los Angeles), está llena de "Coffee Shop" de carretera con sabor a los años 50-60.

Así que después de acicalarnos un poco, nos fuimos al bar de carretera que teníamos enfrente con una decoración alucinante muy típica americana y cenamos (a las 8).

Hoy día 15, nos hemos levantado tranquilamente y hemos bajado a desayunar ¡¡¡sin las maletas!!! ya que esta noche dormimos en el mismo hotel.

Después nos hemos puesto en marcha otra vez hacia el Parque pararando antes en el Aeropuerto del Gran Cañón para reservar un vuelo en avioneta sobrevolando el Cañon que haríamos, mejor dicho harían (yo me rajé) por la tarde.


El vuelo era a las 15:00, así que hasta esa hora nos fuimos a terminar de ver lo que se nos había quedado en el tintero.


Los tres de la fama: Inocente, José María y Javier se subieron a la avioneta e hicieron un recorrido de 45 minutos sobrevolando el Gran Cañon. Según sus propias palabras, se lo pasaron muy bien y fue una experiencia inolvidable.


Por la tarde volvimos al hotel a descansar un poco, pasando antes por la estación del ferrocarril de Williams.


Esta noche hemos cenado en otro "Coffee Shop" típico y hemos salido hinchados después de "abrocharnos" unas "fajitas" a base de pollo, carne y gambas con guacamole, tomate-chili picante y queso, en unas tortitas de trigo de comida típica de la frontera.


Mañana nos espera Las Vegas: El vicio, el juego y la perdición. Dos noches en las Vegas para conocer esa mítica ciudad y a ver si vemos al Grisson del CSI. Prometemos no jugarnos el sueldo y solamente echar un par de dólares para decir que hemos jugado en un casino de las Vegas.


Y como dijo Elvis: ¡Vivaaaa, Las Vegas!

domingo, 14 de septiembre de 2008

Los arcos...y las flechas (de los Navajos)

Salimos tempranito con un frio que pelaba del hotel de los neones, a un típico coffe shop para desayunar un gran desayuno americano: uno tortilla, otro huevos, otro beicon, fruta etc...

Fuimos hacia el Parque Nacional de los Arcos por una autopista que tenía bastantes puntos de interés, dejándonos con la boca abierta por la grandiosidad y la enormidad de los paisajes, así como los grandes cortados, los colores, y la escasísima vegetación y casi nula fauna. Eso sí mucho cuervo negruzco brillante, que los hay por todas partes y grandes como buitres.

En estos puntos vimos ya los primeros mercadillos de los Indios que vendían bisutería y cerámica. A Ino por un cuenco mediano le pidieron $85 (unos 60€)...y dijo ¡que pa' su tía!

Comimos en un pueblo llamado Moab que está en la entrada del Parque. Este país esta lleno de "chicas de oro", en este restaurante había un grupo de tres chicas y un chico de oro, que el más joven tendría unos 80 años, pero se estaban zampando una comilona que solo con verla nos entraban ardores...

Por cierto la camarera que nos atendió se parecía a la abuela de la serie la famosa "Sofia Petrilo" y ya cumplía los 70...

Después de comer nos metimos en el parque ya atardeciendo para ver la puesta de sol desde los famosos arcos. El camino fue muy bonito, con muchas formaciones en forma de Arcos, ventanas, y sobre todo una que era espectacular, con una enorme piedra redonda encima de una roca alargada que se llama la "Balance Rock" o algo así como Piedra oscilante...

La puesta de sol la contemplamos desde un punto de observación del "Delicate Arch" o sea el arco delicado... Allí coincidimos con una señora asturiana que la había dejado plantada su sobrina, en busca de un buen punto para fotografiar. La noche se echaba encima y no aparecía la susodicha sobrina...

Al final entre que la una aparecía, que Javier daba palique a la señora y que se entabló una animada conversación, casi se nos hizo de noche, y ya era bastante tarde cuando salimos por la garita de entrada.
Lo curioso es que estas asturianas hacían el viaje en sentido inverso al nuestro y nos avisaron de la dificultad de encontrar alojamiento en la zona a la que nosotros nos dirigíamos. Así que cogimos "carretera y manta" y tras hora y media llegamos a nuestro hotel de Monticello.

Allí nos esperaba un recepcionista que juraba no estar "fumao", pero lo disimulaba muy bien, o muy mal según otros. El caso es que como era tarde y yo tenía ya el azúcar bajo, nos fuimos a buscar algún sitio para cenar (aquí tarde es todo lo que se hace después de las 21:00h).

Nuestra sorpresa fue que de los tres "cutre-sitios" que había, ninguno nos daba de cenar porque ¡a las 21:30! habían cerrado la cocina...

Así que acabamos en un "Subway" de una gasolinera comprando unos bocadillos para llevárnoslos al hotel, ¡porque también cerraba a las 22:00! y no nos dejaron comérnoslos allí.

En la habitación, montamos un improvisado restaurante, y mientras José Maria le daba a la tecla buscando el hotel en el que estamos hoy día 13.

Hoy, nos hemos levantado temprano ¡como todos los días!, para ir a visitar Monument Valley, pero antes hemos pasado por "Four Corners", el único punto de los EE.UU. donde se juntan cuatro estados: Arizona, Nuevo Méjico, Colorado y Utah.

El punto está explotado por los Indios Navajos que así mismo se integra en la Nación navaja, que es una especie de autonomía que abarca parte de varios estados. Incluso el horario es diferente.

Allí aparte de hacernos la consabida foto "decúbito prono" con una extremidad en cada Estado, picamos y compramos en la multitud de tiendas (mejor dicho tenderetes) de artesania de los Indios.


En la foto, de izquierda a derecha, José María está en Arizona, Javi en Utah, Juan Carlos en Colorado, e Inocente en Nuevo Méjico.

Después de hacernos la foto en el cartel de Nuevo Méjico y pasar por el punto más oriental de nuestro recorrido en coche, fuimos a Monument Valley comiendo previamente en un sitio (bastante cutrillo) llamado "Mexican Hat" o sea el Sombrero mejicano.

Monument Valley es la zona típica de las películas del Oeste, donde se rodó "La diligencia" de John Ford y la del famoso "correcaminos"; de tierra muy roja muy fina y vegetación muy verde haciendo un contraste muy bonito.

Tras mas o menos media hora llegamos a la puerta del lugar y después de abonar los consabidos 20$, iniciamos el recorrido. Entre el camino sin asfaltar y las camionetas de los índios a toda pastilla, que transportaban a los turistas sin coche, ¡hemos comido más polvo rojo en esas dos horas que Rommel en la campaña de África...!


Después de 72 millas ( unos 125 Km.) hemos llegado al hotel de la ciudad de Tuba City desde donde estamos escribiendo estas líneas.
Mañana tenemos un premio extra: ganamos una hora por el paso de Estado. Tenemos previsto visitar el Gran Cañon del Colorado y acabar durmiendo en la población de Williams. Allí nos quedaremos dos noches con lo que significa de no acarreo de maletas por un día...
PD: Sabemos que nos leéis, y os lo agradecemos mucho. Pero os lo agradeceríamos más si pusiérais algún comentario. Así que ya sabéis: al final de este mensaje sale un texto en verde que dice "0 comentarios" (ó 1, ó 2, o los que sean), pulsad ahí y dejadnos el vuestro.



viernes, 12 de septiembre de 2008

En dos días, cuatro estados.

Hola de nuevo tras un par de días sin conexión a Internet y, por cierto, muy mala cobertura de móvil. Esto lo comentamos por si alguien pretende llamarnos, que no desespere porque es fácil que nos pille fuera de cobertura y no podremos comunicar. Aquí no es como en España y las redes de móvil no están tan desarrolladas y no cubren todo el territorio.

En el anterior mensaje nos quedamos a punto de entrar en el Valle de la Muerte. Bueno, pues pasamos y salimos vivos. Eso sí, pasando un calor importante. Nada excesivo, imaginaros un agosto en Sevilla o Extremadura, pero sí de hacer foto y corriendo meterse al coche con aire acondicionado. El paisaje es realmente impresionante allí y hace honor al nombre. En pocas palabras es un valle muy plano y de suelo salado rodeado a un lado y a otro de dos cadenas de montañas que llegan a los 4.000 metros de altura.


Al salir de allí hicimos nuestro primer cruce de frontera de estado: de California a Nevada. Como Nevada es el estado del juego, en el primer sitio que paramos a comer algo era un hotel/tienda/casino. Allí vimos las primeras tragaperras mientras nos comíamos un sandwich. Después de eso, y ya camino a pasar por Las Vegas sin parar, nos pilló de refilón una tormenta de arena con sus remolinos y arbustos rodando por la carretera.


Para dormir no teníamos seguro dónde hacerlo. Había un par de opciones según cómo fuéramos de tiempo: o llegar hasta Saint George en Utah, o quedarnos en la frontera entre ese estado y Nevada en una población llamada Mesquite. Al final optamos por la segunda y fuimos a dormir a un casino. Bueno, en realidad era un complejo recreativo con piscinas, spa, pistas de tenis, motel y casino. Pero lo impactante era lo último, que la propia recepción del motel estaba metida en una sala a tope de tragaperras. El motel era baratísimo y realmente bueno. Nos vimos rodeados de tercera edad jugona, que necesitaban andadores para caminar, pero bien que metían las monedas y los billetes en las máquinas.

Por la mañana de hoy jueves, y tras un super desayuno buffet por 4,50 euros por cabeza (en los casinos el negocio es el juego, por eso las comidas y las habitaciones son tan baratas, para atraer y que piques en la ruleta y demás) cruzamos la segunda y tercera fronteras estatales, de Nevada a Arizona, y de ésta a Utah, que es donde estamos ahora y nos quedaremos un par de días más.

Hoy hemos visitado dos parques nacionales: Zion y Bryce Canyon. El primero es un cañón por el que discurre un río no demasiado grande pero que ha labrado unas impresionantes paredes en la roca arenisca de colores naranjas y morados. La temperatura allí muy agradable y con bastante vegetación. Estaba todo muy preparado para el turismo y, para no masificar el lugar de coches, hay que coger unos autobuses lanzadera gratuitos que te llevan a todos los puntos de interés.


A Bryce Canyon llegamos ya bastante tarde, en parte porque íbamos un poco con el tiempo pegado al culo debido a que en Utah es una hora más que en el resto de los sitios que visitamos y, por eso, íbamos como una hora detrás de lo debido, y en parte porque las carreteras no eran precisamente autopistas e incluso hemos tenido que parar un ratito en una zona en obras que estaban asfaltando y daban paso sólo a un sentido de la circulación cada vez. Y además los límites de velocidad son bastante bajos. Éste es el paraíso del Papá, no corras.

Pese a llegar tarde, nos dio tiempo a hacer un montón de fotos. Estuvimos en cuatro puntos panorámicos aprovechando los colores de la puesta de sol. La gracia de este parque es que el terreno es calizo y se ha ido deteriorando con el paso del tiempo y las aguas y ha creado unas formaciones tipo tubos de órgano llamados hoodoos que se cuentan por centenares en unos cañones con forma de anfiteatro. Son de colores naranjas y ocres y la visión, de verdad, es un espectáculo.

Como hoy no hemos ido muy bien de tiempo, hemos acabado quedándonos a dormir en el pueblo más atrás en la ruta de los dos que teníamos pensado. Así que aquí nos tenéis, en Panguitch, en un motel de los años 40 y renovado en los 90, un poco kitsch, pero barato, limpio y cómodo. Éstas son nuestras dos habitaciones, ya veis que el aspecto es un poco raro pero no preocuparos, que no hay nada raro a pesar de los neones.


Mañana seguiremos camino hasta el parque nacional de Arches, también en Utah, y dormiremos en el pueblo de Monticello, algo más al sur del parque.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Yosemite y la cabaña de los osos






Partimos del motel de San Francisco prontito, como a las 8, tras haber dormido de aquella manera. Cogimos carretera y manta, cruzando la Bahía de San Francisco por el puente de San Mateo e hicimos la primera parada en un WalMart (especie de Carrefour a lo USA) para aprovisionarnos. La hora de comer nos pilló ya llegando a Yosemite y tuvimos la primera experiencia de lo que es una hamburguesa americana (grande, buena, barata, y que llena como si te comieras todo el buey).






Entramos a Yosemite a primera hora de la tarde y aprovechamos el camino hacia nuestro alojamiento para ir ya viendo los puntos de interés de paso. Tomamos posesión de nuestra cabaña/tienda. Era la 415 del Curry Village. El sitio era como un campamento minero pero tenía su gracia. Una de las gracias era que todo lo que fuera comida u oliera, había que meterlo en una alacena metálica a prueba de osos en el exterior de la tienda. Es el cajón sobre el que estoy sentado (soy el de la derecha de la foto).




El sitio era precioso, unos paisajes alucinantes que hemos recorrido durante estos dos días. Hemos visto moles de granito, sequoias gigantescas, lagos de agua cristalina y helada, prados inmensos, y vistas panorámicas increíbles. Lo malo era que estábamos tan integrados en la naturaleza que ni Internet ni cobertura de móvil teníamos.




Esta mañana salimos, cruzando todo el parque hacia el este por la carretera 120, cruzando el Tioga Pass, que es un puerto a más de 3000 metros de altura. Con la altura y el buen tiempo (aunque algo fresco) hemos cogido un colorcillo estupendo. Desde ahí tomamos la autopista 395 (a velocidad máxima de 100 km/h y gracias que era autopista, que en la otra sólo se podía ir a 60 km/h) hacia el sur camino de Lone Pine, que es donde estamos ahora. Estamos en un hotel con encanto típico americano como de las pelis del oeste. Y, afortunadamente, con conexión a Internet, que lo encantador no está reñido con la modernidad.




Mañana salimos temprano para cruzar el Valle de la Muerte (¡chan, chan!) antes de que haga mucho calor. Si todo va según lo previsto, dormiremos o bien en Mesquite (Nevada) o en St. George (Utah) después de una buena panzada de kilómetros. Esperamos poder volveros a contar mañana qué tal la experiencia.



domingo, 7 de septiembre de 2008

El viaje... y los ojos como platos.


Bueno, pues ya estamos aquí. El viaje ha tenido su cosita, pero así hay más que contar, mirémoslo por el lado bueno. Salimos de Barajas ya con 45 minutos de retraso. Las explicaciones del comandante (muy comunicativo, supongo que será cosa de la psicosis tras el accidente de Spanair) fueron que habían tardado más de la cuenta en preparar el avión. Además, nos informó de que íbamos a encontrarnos vientos de frente en todo el camino (cosa de los restos del huracán Hanna, supongo) y que no iba a ser posible recuperar el retraso. Eso quería decir que nuestra conexión en Chicago peligraba.

Por lo demás, el vuelo fue bueno. Largo, pero bueno. Al final tardamos como 9:30 en llegar, que una azafata nos dijo que era más de lo normal en esa ruta, con lo que era cierto lo de los vientos. La única incidencia en el Madrid-Chicago fue que a Juan Carlos no le habían cargado comida de diabético, pese a que estaba puesto y más que puesto en la reserva. Con buena voluntad de las azafatas y el sobrecargo, al final le hicieron un apaño de cambiarle los postres por fruta y yogur y se superó la crisis. Por otra experiencia previa que ya he tenido, me parece que Iberia y American Airlines no se comunican bien las solicitudes especiales de comida. Habrá que reclamar, que para algo tiene que valer el tener la tarjetita de Iberia Plus.

Al llegar a Chicago, lo que nos temíamos: cola en inmigración que, por cierto, pasamos los 4 sin problemas, y pérdida del vuelo que teníamos a San Francisco. Tocó que nos reprogramaran la conexión y, al parecer, 44 personas de nuestro avión estábamos en la misma situación. Hubo suerte y nos tenían colocados en el siguiente vuelo, que salía a las 18:40 (nuestro vuelo original era el de las 16:20 y a esas alturas ya eran las 17:00). Tocaba esperar como hora y media y allí estuvimos, compartiendo desgracias con otros españoles que estaban en las mismas y dando una vuelta por la terminal 3 de Chicago-O'Hare.

El vuelo a San Francisco al final, salió con algo más de una hora de retraso, en torno a las 20:00 de allí. Para entonces ya estábamos mitad hartos de retrasos, mitad cansados porque esa hora eran ya las 3 de la mañana en España y nuestro cuerpo nos pedía dormir. Tras 4 horas de vuelo, aterrizamos en San Francisco. Yo conseguí dormir casi todo el vuelo, me enteré sólo de la primera media hora y de la última. Javier poco más o menos que yo, Juan Carlos durmió, pero no tanto, e Inocente prácticamente se leyó entero el libro que había empezado al salir de Barajas, no pegó ojo.

A las 10 de la noche, hora de la costa del Pacífico, ahí estábamos, esperando las maletas en la cinta del aeropuerto. Tardaron un pelín, pero aparecieron todas y, de ahí, a coger el AirTrain, un tren interno del aeropuerto, para que nos llevara a la central de alquiler de coches. En el alquiler, un poco de descontrol por lo tarde de la hora. Entre pitos y flautas, al final nos acabamos llevando un coche más grande de lo que teníamos contratado, un Chevrolet TrailBlazer, por el que espero que no nos cobren suplemento al devolverlo. Estaba bastante mal organizado el tema y acababa siendo un "pilla el coche que quieras".

Y ya, pasadas las 11, a buscar el hotel que teníamos reservado. Entre lo cansados que estábamos, el desconocimiento del lugar, y lo mal indicado, acabamos tardando una hora en llegar y haciendo no sé cuántos kilómetros para un recorrido que Google dice que son 7 minutos. A las 12:30 nos metimos en las habitaciones y quedamos para las 8 del domingo a desayunar.

Pero, al menos yo, con eso del cambio horario y con eso de que dormí en los dos vuelos, resulta que a las 3:30 de la mañana estaba con los ojos como platos. He tratado de dormir, pero imposible. Me he hecho un café (descafeinado, para ver si me dejaba cerrar el ojo) en la cafetera de la habitación, me he fumado un cigarro... y al final aquí estoy, a mis casi 5:30 de la mañana, 14:30 en España, sentado en la recepción del hotel contando este cuento mientras el recepcionista prepara las cosas del desayuno. Supongo que me iré adaptando al cambio horario, ¡qué remedio!

Mañana -bueno, dentro de un ratito- saldremos para Yosemite. Ahí no sé qué conexión tendremos, porque vamos en plan rústico. Si podemos, os haremos llegar lo que hacemos. Si no, hasta dentro de un par o tres de días.


viernes, 29 de agosto de 2008

El coche

Lo llevamos ya reservado desde España. Hemos elegido un 4x4 (o SUV, como dicen por allí) no tanto porque vayamos a ir por el campurrio como por lo tanques que son y porque suponemos que la capacidad del maletero será grande. Lo hemos contratado a través de un mayorista o consolidator llamado AutoEurope porque los precios que ofrecían eran bastante interesantes. La cosa se nos pone en 475€ por 15 días. En la práctica, la compañía que nos lo dará es Alamo, una americana bastante grande.

El coche, aunque siempre está la coletilla de o similar con lo que quién sabe con lo que nos encontraremos al llegar allí, es un Chevrolet Equinox:



Los alojamientos

Del total de 22 noches que vamos a pasar fuera de casa, llevamos ya reservadas desde España un total de 14. Se distribuyen de esta forma:
  • La primera noche, por aquello de no estar dando tumbos tras 20 horas de viaje, será en un motel al lado del aeropuerto de San Francisco. Es de la cadena Days Inn, que forma parte del conglomerado de Hoteles Wyndham. Dado que pensamos alojarnos en bastantes ocasiones en hoteles de ese grupo, he sacado la tarjeta Wyndham Rewards que da puntillos al alojarse en esos hoteles y, con un poco de suerte, alguna habitación nos acabará saliendo gratis. La tarjeta, por supuesto, no cuesta nada hacerla.
  • Las dos siguientes noches vamos a dormir en una especie de poblado de cabañas de lona llamado Curry Village situado en el Parque Nacional Yosemite. Advierten mucho sobre los osos que rondan por la zona, así que hay que guardar todo lo que huela en unos armarios/caja fuerte. Esperemos tener una relación cordial con los bichos...
  • Las siguientes 5 noches vamos "a la aventura". En principio, tenemos localizados moteles del grupo ya mencionado por las zonas en que estaremos y trataremos de encontrar sitio en ellos.
  • 2 noches en el Travelodge Grand Canyon en Williams, Arizona. Esta marca pertenece también al famoso grupo. Intentamos encontrar sitio en el propio Gran Cañón, pero cuando lo hicimos, allá por junio, ya estaba todo cubierto para nuestras fechas. Caro o barato, daba igual, todo lleno. Así que acabamos en Williams, que creo que es un pelín lejos, pero lo hecho, hecho está.
  • Después, otras 2 noches en el Travelodge Las Vegas South Strip.
  • Las 3 siguientes están sin reservar.
  • Las 5 noches de San Francisco las tenemos reservadas en un bed&breakfast que pinta muy bonito, situado en Market street en una casa eduardiana de 1903. Nos lo recomendó el dueño del b&b en el que estuvimos el año pasado en Washington y, si es parecido, seguro que nos encantará.
  • Y, por fin, las 2 noches que quedan se nos pasarán volando. Pero literalmente. La primera en un avión desde San Francisco a Miami, y la segunda en otro avión de Miami a Madrid. Cuando lleguemos a casa creo que vamos a coger nuestras camas con un gusto...

martes, 26 de agosto de 2008

La ruta

Nuestro viaje consiste en un círculo que empieza y acaba en San Francisco (bueno, en su aeropuerto) y dura 15 días, y una estancia final de 5 días en esa ciudad. De "regalo", antes de volver a Madrid, haremos una escala de 10 horas y media en Miami, así que algo podremos contar de esa ciudad también.

La ruta prevista de los 15 días es la siguiente:
  • Domingo 7: conducimos desde el hotel del aeropuerto de San Francisco hacia el Parque Nacional Yosemite. Dormimos en una especie de cabañas de lona dentro del parque (y con osos rondando, pero esperemos que no demasiado cerca).
  • Lunes 8: lo pasamos entero, noche incluida, en Yosemite.
  • Martes 9: por la mañana vemos lo que quede de Yosemite, y luego salimos hacia el lado este de la Sierra Nevada, buscando dónde dormir alrededor de Lone Pine, más o menos.
  • Miércoles 10: pronto por la mañana salimos a cruzar (y visitar) el Valle de la Muerte. De ahí entraremos en el estado de Nevada, pasando sin parar por Las Vegas (ya volveremos, calma), y llegando a dormir o bien en Mesquite (NV), o bien en Saint George (UT), depende de cómo vayamos de hora. Hablando de hora, en Utah es una hora más que en resto de estados en los que estaremos.
  • Jueves 11: Por la mañana, visitaremos el Parque Nacional Zion. Por la tarde esperamos ver el Parque Nacional de Bryce Canyon. Para dormir, parecido al día anterior: si es tarde en Panguitch, cerca del último parque, y si diera tiempo, en Richfield, avanzando camino.
  • Viernes 12: la mañana se irá conduciendo hacia el Parque Nacional Arches, que visitaremos por la tarde. Para dormir, Moab.
  • Sábado 13: Panzada de conducir, primero hacia un punto geográfico gilipollesco de los EE.UU., que es donde se cruzan las fronteras de 4 estados, el Four Corners. Por la tarde nos dirigiremos a cruzar el impresionante Monument Valley, a caballo entre Utah y Arizona. Al pasar a Arizona recuperamos la hora perdida al entrar en Utah. Pretendemos dormir en Kayenta.
  • Domingo 14: Conduciremos hacia el Gran Cañón y aprovecharemos la ruta para ir haciendo visita. Para dormir, tenemos reservado motel en Williams.
  • Lunes 15: Continuamos visita del Gran Cañón. Puede que hagamos alguna actividad contratada. A dormir en el mismo motel del día anterior.
  • Martes 16: Conducimos hacia Las Vegas. De camino, visitaremos la Presa Hoover. Dormiremos en un motel de Las Vegas.
  • Miércoles 17: Lo dedicaremos a comprar, visitar, y algún dolarcillo caerá en los casinos de Las Vegas.
  • Jueves 18: Otra panzada de conducir desde Las Vegas hasta Visalia, a las puertas del Parque Nacional Sequoia. A mitad de camino, parada en Barstow para dar una vuelta por los outlets a gastar. Buscaremos motel para dormir en Visalia.
  • Viernes 19: Visitamos Sequoia. Dormimos en el mismo sitio de la noche anterior.
  • Sábado 20: Conducimos hacia la costa, tratando de dormir en San Simeón o cerca.
  • Domingo 21: Último día ya de coche, en el que recorremos la región llamada Big Sur, cruzándola por la CA-1. A las 8 de la tarde debemos estar en el aeropuerto de San Francisco para devolver el coche. De ahí, al hotel que tenemos reservado en la ciudad, usaremos una van.

Esperemos que todo salga según lo previsto.

Estamos a puntito

Quedan ya sólo 11 días. El sábado día 6 de septiembre estaremos saliendo a pegarnos una señora paliza por el suroeste de los Estados Unidos. Pero sarna con gusto, no pica, así que...


Este viaje lo empezamos a preparar allá por febrero y le hemos dado unas cuantas vueltas ya sobre el plano y sobre la Internet. Esperemos que todo salga según lo previsto, o mejor si puede ser.


Los cuatro, Juan Carlos, Javier, Inocente, y yo mismo, esperamos poder contar cosas buenas en este blog, y que aquéllos que lo lean lo disfruten.