sábado, 20 de septiembre de 2008
¡Qué frío está el Pacífico, coññññe!
jueves, 18 de septiembre de 2008
Nos vamos de Las Vegas
El martes por la tarde llegamos y, tras dar una vueltecita a pie para situarnos, cogimos el coche y nos fuimos a un outlet que nos recomendó Óscar (¡gracias!). Allí pasamos la tarde comprando cosillas que hacen que me parece que me tengo que comprar otra bolsa para volver.
Durante el miércoles nos dedicamos a visitar casino-hotel tras casino-hotel y montamos en los dos monorraíles que tienen como transporte público. El sitio que más nos gustó fue el Venice, donde hay una reproducción del gran canal en el interior con una luz natural como si fuera el atardecer muy alucinante. Y unas tiendas de lujo. Nos subimos a la torre Stratosphere para ver unas vistas impresionantes del desierto donde está montada esta ciudad. En lo alto de la torre hay tres atracciones de feria que te dejan colgando a más de 200 metros de altura, pero no estábamos para emociones tan fuertes, así que no subimos.
Por la noche tuvimos la cena de mi cumpleaños (algo anticipada respecto a este horario, pero ya era 18 en España) en el Harley Davidson Café, donde motos de esa marca te van sobrevolando mientras cenas.
Hoy salimos pitando para San Simeón, en la costa del Pacífico. Son 7 horas de conducción, así que nos llevará todo el día. Cuando tengamos algo más de tiempo, añadiremos fotos de Las Vegas.
martes, 16 de septiembre de 2008
El Gran Cañón del Colorado
Entramos al parque nacional del Gran Cañón por la entrada este, donde lo primero que se ve es una torre observatorio de los años 30 y es el primer contacto con el Cañón. Éste es, simplemente, brutal. Enorme, silencioso, profundo, y ancho, con miles de pliegues. Empleamos la mayoría del día en recorrer la carretera que discurre por el borde sur del cañón, haciendo paradas en los puntos panorámicos, que hay a montones. Como era domingo, estaba abarrotado de gente. Nos encontramos con bastantes españoles. En la tienda de al lado de la torre de observación nos habíamos comprado unos sandwiches y unas bebidas, así que aprovechamos uno de los muchos puntos de picnic en el bosque para comer.
Nota: pese a que por las fotos que hayamos visto, tengamos la idea de que el Gran Cañón está en un desierto, la verdad es que, al menos la orilla sur, que es la más visitada, para nada es desértica: es un inmenso bosque de pinos ponderosa, enebros, y robles, regado con florecillas amarillas y moradas.
Tras la comida, seguimos dirección oeste para llegar a la zona más habitada del parque que se llama Grand Canyon Village, donde hay algunos hoteles, un camping, y algunos edificios de servicio como un supermercado entre otros. En esa zona está también la estación del tren. Hay uno turístico que va desde el sitio donde estamos alojados (Williams) hasta el Gran Cañón. En su momento intentamos encontrar billetes, pero estaban vendidísimos para los días en los que estábamos aquí.
Allí vimos más panorámicas del cañón, y algo de fauna salvaje como cuervos, ardillas, y una familia de ciervos que pastaba tranquilamente junto a las vías del tren. En algunas fotos ya veréis a Ino casi "toreando" ciervos.
Salimos del parque ya camino de Williams para llegar al hotel (60 millas, casi 100 kms.), pero hicimos una parada previa en una población llamada Tusayan que está en el borde del parque y que es básicamente una sucesión de moteles, hamburgueserías, gasolineras y, en general, servicios para el turista. Allí paramos para entrar al Centro de Visitantes del National Geographic, donde tienen un cine IMAX en el que vimos una película alucinante sobre el Gran Cañón.
(sigo yo, JC, que José María se ha ido a fumar) Al llegar a Williams, dejamos las maletas en nuestras habitaciones del Motel (otra vez en un 2º piso sin ascensor) y como es una ciudad (por llamarle de alguna manera) que forma parte de la mítica Ruta 66 (Chicago-Los Angeles), está llena de "Coffee Shop" de carretera con sabor a los años 50-60.
Así que después de acicalarnos un poco, nos fuimos al bar de carretera que teníamos enfrente con una decoración alucinante muy típica americana y cenamos (a las 8).Hoy día 15, nos hemos levantado tranquilamente y hemos bajado a desayunar ¡¡¡sin las maletas!!! ya que esta noche dormimos en el mismo hotel.
Después nos hemos puesto en marcha otra vez hacia el Parque pararando antes en el Aeropuerto del Gran Cañón para reservar un vuelo en avioneta sobrevolando el Cañon que haríamos, mejor dicho harían (yo me rajé) por la tarde.
El vuelo era a las 15:00, así que hasta esa hora nos fuimos a terminar de ver lo que se nos había quedado en el tintero.
Los tres de la fama: Inocente, José María y Javier se subieron a la avioneta e hicieron un recorrido de 45 minutos sobrevolando el Gran Cañon. Según sus propias palabras, se lo pasaron muy bien y fue una experiencia inolvidable.
Por la tarde volvimos al hotel a descansar un poco, pasando antes por la estación del ferrocarril de Williams.
Esta noche hemos cenado en otro "Coffee Shop" típico y hemos salido hinchados después de "abrocharnos" unas "fajitas" a base de pollo, carne y gambas con guacamole, tomate-chili picante y queso, en unas tortitas de trigo de comida típica de la frontera.
Mañana nos espera Las Vegas: El vicio, el juego y la perdición. Dos noches en las Vegas para conocer esa mítica ciudad y a ver si vemos al Grisson del CSI. Prometemos no jugarnos el sueldo y solamente echar un par de dólares para decir que hemos jugado en un casino de las Vegas.
Y como dijo Elvis: ¡Vivaaaa, Las Vegas!
domingo, 14 de septiembre de 2008
Los arcos...y las flechas (de los Navajos)
La puesta de sol la contemplamos desde un punto de observación del "Delicate Arch" o sea el arco delicado... Allí coincidimos con una señora asturiana que la había dejado plantada su sobrina, en busca de un buen punto para fotografiar. La noche se echaba encima y no aparecía la susodicha sobrina...
En la foto, de izquierda a derecha, José María está en Arizona, Javi en Utah, Juan Carlos en Colorado, e Inocente en Nuevo Méjico.
Tras mas o menos media hora llegamos a la puerta del lugar y después de abonar los consabidos 20$, iniciamos el recorrido. Entre el camino sin asfaltar y las camionetas de los índios a toda pastilla, que transportaban a los turistas sin coche, ¡hemos comido más polvo rojo en esas dos horas que Rommel en la campaña de África...!